FRUTOS DEL OTOÑO, II |
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Jueves, 01 de Noviembre de 2012 23:58 | |||
Que placer andar por senderos y caminos, cercanos a Valverde, por la ermita del Cristo, la Ruta del mirador de la Jara, Los RÃo lobos, Los Jardines, El Castañar, Las Timonas, El Corono etc. Adentrándonos por los bosques mixtos de robles, chopos, castaños, madroños y pinos, todos ellos preñados de frutos que llevarse a la boca y a los ojos. Comienza a arder el otoño, los chopos amarillean por los valles de las gargantas, ahora repletas de aguas bravas de las abundantes lluvias. Centellean las hojas amarillas de los chopos, atravesadas  por rachas de luz otoñal. Las parras de rojo vivo, trepan a lo más alto de los chopos altivos, incendiando el follaje trabado. El viento despierta los corazones puros, los toca, los calienta. A pesar de ser un aire frio, todo lo  inunda de belleza suelta. La lluvia ha revivido el verde musgo que cubre las paredes de piedra, los troncos de los arboles, las rocas, el suelo del bosque umbrÃo. Los helechos se han tornado rojizos, de un tono húmedo brillante, que solo adquieren los helechos con las  primeras lluvias otoñales, destacando y complementándose con  el colectivo verde amarillento que inunda el campo. Ventea a otoño, a hojarasca a setas saliendo del humus para llenar las cestas. Los castaños amarillean, descargan su peso maduro que brota poco a poco por la fuerza de la gravedad de los erizos punzantes. Las castañas caen solas, maduras por su propio peso, avisando de su caÃda, con golpes secos en las ramas, el tronco del árbol y en el suelo. En los ancestrales castañares abandonados, escondidos secaderos de castañas, tan arrinconados que ya nadie recuerda que fueron esas construcciones  de piedras, de planta redondeada y con pequeñas puertecitas que más parecen ventanucos, en donde se secaban las castañas e incluso se hacÃa pan de castañas y bellota mezclado con cereales de la zona. Tipo de pan que fue sustento de vetones, en estas tierras de castros y dólmenes. Las madroñas, ahora son flores blancas y rosas, coincidiendo con  frutos rojos vivo, amarillentos, naranjas y verdes. Están  en su momento álgido de fructificación, abarrotadas, envueltas de un aurea visual admirable, que aprovechan las abejas pues será su última mielada, junto con la flor de la hiedra. Los olivares están cargados de los frutos que darán unos aceites maravillosamente ricos. Las cosechas de bellotas de robles, alcornoques, quejigos y encinas alimentan a una gran cantidad de fauna, principalmente a jabalÃes, ciervos, roedores, ardillas, palomas torcaces y las grullas que acaban de llegar.
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